La hipersomnia: entendiendo la enfermedad
La hipersomnia deja sensación de somnolencia durante el día

La hipersomnia es un trastorno del sueño. Se caracteriza por sufrir un estado de somnolencia excesivo durante el día, de manera constante e involuntaria.

Esto ocurre aun habiendo dormido la cantidad de horas necesarias para que el cuerpo descanse y se haya recuperado. En gran parte de los casos, las personas que presentan esta somnolencia no sufren problemas a la hora de dormir. Llegan a hacerlo de manera continua pero no reparadora.

A la persona que padece esta enfermedad le es difícil mantenerse despierto durante el día. Esto puede tener efectos negativos en el desarrollo personal y en la salud. Sienten una falta de energía constante, mayor dificultad a la hora de pensar y de recordar algo.

Algunos de los síntomas que van ligados a la hipersomnia son el cansancio, la fatiga, la pérdida de la concentración y atención al entorno, pérdida sensorial y problemas en las funciones de movimiento.

Si este problema se da de manera continua, mínimo tres veces a la semana durante al menos un mes, se puede decir que esa persona probablemente sufra esta enfermedad. Aun así, es importante visitar al médico para un diagnóstico.

Los desencadenantes de la hipersomnia

Las causas que generan la hipersomnia pueden ser muchas y variadas. En muchos casos, están relacionadas con otros trastornos o problemas del sueño que ya se presentan en el cuerpo.

El abuso de alcohol, los medicamentos recetados como antisépticos y para el trastorno de bipolaridad, la depresión, el estrés crónico, el cambio de horario y los cambios en el estilo de vida pueden causar este trastorno. 

Se cree que algunas enfermedades del sistema inmune, como la fibromialgia, pueden contribuir a la hipersomnia

La apnea del sueño se considera una de las causas principales. Es un trastorno del sueño que se caracteriza por pausa intermitentes en la respiración durante el sueño. Durante estas pausas el nivel de oxígeno disminuye y el cuerpo se despierta de manera temporal para reanudar la respiración.

Estos despertares frecuentes durante la noche interrumpen el patrón normal de sueño y dificultan el logro de una profunda y reparadora fase de sueño REM. En este blog encontrarás cuál es la relación entre la apnea del sueño y el colchón en el que duermes.

La narcolepsia es, según la Asociación Española de Narcolepsia, el caso más grave en el que se puede dar la hipersomnia. Se caracteriza por causar una sensación de somnolencia excesiva y ataques de sueño de manera incontrolable y muy frecuentes en el transcurso del día. Estos arrebatos de sueño obligan a la persona que los sufre a dormir durante un tiempo para poder continuar con sus actividades.

Las causas de la narcolepsia se creen que son las bajas concentraciones en el cerebro de mensajes químicos como dopamina o la producción de hiprocretina. También, que existe un factor genético que hace propensa a la gente a desarrollarla.

Encontramos también la hipersomnia recurrente o Síndrome de Klein-Levin. Se da principalmente en hombres en plena adolescencia. En este caso el trastorno, que suele desaparecer con la edad, se caracteriza por presentar episodios de somnolencia no continuos de manera periódica. Tras su desaparición, el joven vuelve a su estado normal.

También se dan otras formas de hipersomnia que nada tienen que ver con lo anterior. Pueden aparecer sin síntomas, relacionadas con causas como la menstruación en mujeres.

 ¿Cómo se diagnostica y trata?

Establecer una rutina y horario regular de sueño ayuda a reducir las consecuencias de la hipersomnia

El diagnóstico de la hipersomnia suele comenzar con una evaluación clínica de manera detalla. Permite determinar el historial de sueño y los síntomas. También se realizan pruebas, como el polisomnograma, para ayudar a confirmar el diagnóstico. 

Una vez que se ha establecido el diagnóstico, existen dos vías de tratamiento.

Primero encontramos aquella que implica la toma de medicamentos. Estarán pautados por el médico especialista en función de los síntomas que se presenten.

A esta vía se le añade tratamientos sin medicinas. Estos generalmente incluyen cambios en el estilo de vida, como reducir el estrés y mejorar la higiene del sueño. En algunos casos, puede ser necesario realizar una terapia cognitivo-conductual para ayudar a controlar los síntomas.

Para intentar reducir y controlar las consecuencias de estos ataques, se pueden seguir una serie de recomendaciones: 

  • Establecer una rutina y horario regular saludable. Levantarse y acostarse siempre a la misma hora, realizar actividades similares todos los días… 
  • Organizar las tareas del día según las prioridades, con el objetivo de tener tiempo para uno mismo.
  • Realizar ejercicio suave de manera regular. Así se mejora la calidad del sueño y la energía durante el día. 
  • Evitar el consumo de estimulantes y desconectar de los dispositivos electrónicos al menos una hora antes de acostarse.
  • Relajarse antes de dormir, con técnicas de relajación como la meditación, el yoga o la respiración profunda. 
  • Procurar no irse a la cama con hambre y los alimentos ricos en carbohidratos y grasas pesadas.
  • Evitar las siestas durante el día para evitar interferir con el ciclo de sueño normal.
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